esfuerzo

El ínclito esfuerzo

En relación con el tema tratado en la entrada anterior de la calidad está el del esfuerzo del alumnado. Familias y profesorado tendemos a identificar esfuerzo con lo que muchos de nosotros tuvimos que hacer para conseguir algo: estudios, trabajo, etc. Es decir, tendemos a traspasar nuestros esquemas mentales a nuestros hijos y alumnos y entonces decimos que no se esfuerzan, que lo tienen todo, que conseguir cosas no les cuesta trabajo. Pero, cabría preguntarse ¿quién tiene la culpa de esto, los hijos o los padres?

Llevando este tema al campo educativo tenemos, por una parte, que la educación familiar y los cambios sociales y culturales han ido creando una sociedad de cambio constante, muy consumista y muy acomodada y, paralelamente, la extensión de la educación obligatoria hasta los 16 años ha provocado el incremento de la diversidad del alumnado. Ya no tenemos un alumno modelo como había en el sistema educativo anterior a la obligatoriedad, un alumno que ponía interés, que se ¡¡¡esforzaba!!! Ese alumnado sigue existiendo, pero ahora se ve acompañado de otros alumnos con intereses muy distintos y muy dispares que han distorsionado la, para algunos, idílica realidad anterior.

Relativamente, parece que son menos alumnos los que se interesan por los estudios, los que se esfuerzan. Pero ocurre que miramos por un prisma equivocado, por un prisma distorsionado y envejecido por el tiempo, y no caemos en la cuenta de que ahora nos encontramos, por una parte, unos alumnos más acomodados (no olvidemos que por culpa de los mayores: ellos sólo se aprovechan de lo que se les ofrece o de lo que consiguen con cierta facilidad) y, por otra, una sociedad que ha creado y que crea continuamente nuevos valores, ni mejores ni peores, sólo nuevos y diferentes, que en muchos casos chocan con los valores de la escuela y con la transmisión tradicional de saberes académicos.

Por ello, actualmente el esfuerzo no es algo objetivo, sino relativo, porque podemos entender como esfuerzo el que un alumno con problemas de aprendizaje derivados de problemas sociales soporte una clase magistral sobre la Revolución Francesa o la Teoría de la Relatividad y, también, el que un buen alumno realice un trabajo personal sobre alguno de estos temas. O lo que es lo mismo, el alumnado sin problemas de aprendizaje se esfuerza según sus posibilidades, es decir, estudiando, haciendo sus deberes, sacando buenas notas, pero el alumnado inmigrante, el de necesidades educativas especiales, el que tiene una familia desestructurada, también se esfuerza, y muchos de ellos sólo con venir a un centro que intenta solventarles sus problemas, no quitárselos de en medio porque no alcanzan el nivel de los primeros, están haciendo bastante. Esta diferencia es la que algunos no ven.

En mi experiencia docente he encontrado tanta o más satisfacción con la mejora de los resultados de un alumno conflictivo, con problemas de convivencia, familiares y de relación con los demás y que al final consigue su Título de Secundaria (aunque para algunos “lumbreras” eso se haya convertido en un regalo) que con un alumno brillante de Bachillerato que haya podido alcanzar matrícula de honor. Podemos preguntarnos el porqué, pero está muy claro: del segundo se esperaba, pero del primero siempre se tenía la duda de si abandonaba o continuaba. Creo que los dos alumnos ofrecen también modelos de “esfuerzo», los dos han realizado un esfuerzo desde sus condiciones de partida para alcanzar su meta o, al menos, una de las muchas metas que tiene que ir cubriendo a lo largo de su vida.

Además, las metodologías activas, cada vez más presentes en el aula, están fomentando otro tipo de esfuerzo que desarrolla una serie de competencias y destrezas fundamentales para el mundo que les espera. Por ello, ya no podemos observar un esfuerzo sólo memorístico, mecánico e industrial que ha hecho abandonar a muchos alumnos y que sólo beneficiaba a ese «alumno modelo» de antaño, sino un esfuerzo más dinámico y variado, para buscar información, para aprender haciendo, para crear, para colaborar y cooperar, para compartir, para explicar. Y por mi experiencia docente, también, es algo que a muchos les cuesta más esfuerzo que el aprendizaje tradicional que es mucho más pasivo y simple, con menos tareas, porque desarrollar un buen proyecto de aprendizaje requiere un esfuerzo mayor y, sobre todo, más continuado que hacer actividades mecánicas, memorizar y salir del paso con múltiples exámenes

En definitiva, que antes de decir “este o aquel alumno no se esfuerza” o “mi hijo no se esfuerza”, tenemos que pensar que no hay una única vara de medir el esfuerzo, que lo que para algunos es simple y sencillo puede resultar complicado e imposible para otros y que ese esfuerzo está muy relacionado con el aprendizaje y la motivación. 

Y yo añado ahora, qué le ofrece la Escuela que no pueda conseguir fuera de ella, qué encuentra el alumnado en ella que le motive, que le emocione, que le empuje a un esfuerzo claramente intrínseco y que no sea una motivación extrínseca definida por la costumbre, el hábito, el hastío. Ese ridículo «como siempre se ha hecho». Y pregunto ¿se esforzarían más si estuvieran motivados por un proyecto, por una idea, por ser más protagonistas y menos pasivos?

Ahí lo dejo.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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