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Escuelas

La otra tarde me encontré con un antiguo compañero y estuvimos charlando de…, como no, educación. Después de la conversación, salí con la sensación de que habíamos estado hablando de lo mismo pero en dos mundos opuestos. Para mi amigo, la Escuela debe preparar al alumno para el mundo competitivo, egoísta, injusto e insostenible que nos rodea, es decir, debe ser una escuela que reproduzca el mundo para adaptarse a sus condiciones. Y yo me estaba imaginando mientras lo escuchaba que la escuela sería algo así como un gimnasio donde el alumnado salvara obstáculos de manera constante e insistente hasta agotarlo en una especie de “darwinismo” escolar.

Yo argumenté que la Escuela debería ser un lugar que busque alternativas y que ayude al alumnado a cambiar el mundo y no terminar adaptándose para navegar entre sus injusticias y su falta de sostenibilidad, es decir, debe ser una escuela de cambio y no de reproducción, debe mostrar modelos y salidas distintas y no asumir simplemente que el mundo es así y no se puede cambiar. Me imagino esta Escuela como una escuela-laboratorio, una Escuela I+D+i como llevo defendiendo hace mucho tiempo, donde se experimenten, diseñen y prototipen soluciones y modelos de sostenibilidad ecológica, social y económica, de solidaridad, de respeto a la diversidad que den como resultado ciudadanos más críticos, participativos y solidarios. Donde el objetivo no sería aceptar las condiciones del contexto sin plantearse siquiera cambiarlas, sino, precisamente eso, cambiarlas y hacer posible un mundo mejor, un futuro mejor. Escuelas que creen, que hagan posible, un futuro mejor y no escuelas que reproduzcan y no se cuestionen cambiar la realidad completamente insostenible en la que vivimos. 

Sí, ya sé, no deben ser modelos totalmente incompatibles, pero sí que se debería fijar claramente las prioridades. Es decir, si queremos escuelas de cambio o de reproducción, si queremos, en el sentido figurado de estos dos conceptos, claro, más laboratorio y menos gimnasio o lo contrario. Yo, que soy de letras, apuesto claramente por el laboratorio. ¿Y tu?

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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