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La Educación al desnudo

En anteriores entradas he comparado la situación que estamos viviendo estos meses como de distopía. Nos hemos encontrado de frente y de pronto con una situación de tintes orwelianos que creíamos que sólo íbamos a conocer en películas, series o libros. Y no, la tenemos delante, «by the face». Y, claro, estas situaciones límites muestran muchas carencias y debilidades, desnudan a la realidad de todo ropaje artificial, de toda cáscara, mostrándola en toda su crudeza. Aunque también muestra fortalezas y ofrece unas oportunidades impensables o muy difíciles de imaginar sin que se hubiera dado la distopía en la estamos envueltos. Y, cómo no, la educación también se ha desnudado en estos días, ha mostrado su cruda realidad. Así que como hemos hablado de debilidades, oportunidades o fortalezas, vamos a describir esta realidad desnuda en un DAFO:

 De la información del DAFO podemos concluir que nuestro sistema educativo tiene tres graves problemas:

1. PROBLEMA POLÍTICO:

Creo, sinceramente, que este es el más grave y el que crea o agrava los otros dos problemas. Lo que llevamos viendo y sufriendo estos últimos años, muchos (desde el intento frustrado, muy a última hora, del ministro Gabilondo en 2011 porque el PP se relamía ya con la victoria y con imponer su modelo, la LOMCE), es una colección de despropósitos, de desencuentros, sino de claros enfrentamientos, que impiden que podamos llegar a un pacto educativo. Todo esto se está viendo ahora agudizado y adobado tanto con las diferencias políticas como con el manido tema de las competencias autonómicas. Y si siempre todo esto ha resultado ridículo, ahora resulta trágico, da vergüenza ajena. Y no sólo por lo que la falta de acuerdo supone, si no por la situación extraordinaria que vivimos, que nos debería llevar a acuerdos de mínimos. Si los responsables políticos no son capaces de llegar al acuerdo en situación de emergencia qué podemos esperar cuando todo termine. Seguirá siendo imposible y seguiremos pagándolo todos, especialmente esta y las siguientes generaciones.

2. PROBLEMA PEDAGÓGICO:

Este problema podemos analizarlo desde varios puntos de vista. Por una parte, la concepción del currículo y la confrontación entre la concepción academicista que le da importancia exclusivamente a los contenidos y a «terminar el temario» (aunque el alumnado se quede a dos velas, añado yo) y la concepción competencial que le da más importancia a la capacidad de aplicar los conocimientos en la vida real. Lamentablemente, hemos asistido (lo que añade más leña al fuego del primer problema planteado) a todo un recital de despropósitos de las propias administraciones: que si adelantar materia o contenido para allá o para acá y dale que te dale con los contenidos, con lo cual la imagen que se da, posiblemente porque por desgracia sigue siendo la predominante en la comunidad educativa, es que los contenidos son lo más importante. Y ese planteamiento es secundado por docentes que entienden lo mismo y que no se hallan sin dar sus temas y que creen (la mayoría con buena intención) que si no es así su alumnado no aprende. De tal forma que se pierde toda perspectiva y todo deriva, por ejemplo, en el ridículo debate de estos días sobre ese fantasmagórico «aprobado general» que nadie ha propuesto pero que parece que todo el mundo asume. Creo, sinceramente, que nos miramos demasiado nuestro ombligo docente y perdemos la perspectiva con este tema y como yo he planteado en redes, parece que #senosvalapinza (y la verdad es que eso es lo que piensa la mayoría del alumnado con el tema de las tareas de las clases online). Si los políticos no se van a poner de acuerdo y los docentes andamos así, ¿será posible un acuerdo educativo?

subordinadas

El segundo punto de vista es que ha quedado tristemente demostrada la descorazonadora y desalentadora situación de la competencia digital. Nos hemos dado de bruces con algo que muchos ya veníamos anunciando hace mucho tiempo, demasiado: no se ha valorado, ni se trabajaba la competencia digital que es fundamental para poder  aprender y desenvolverse en el mundo digital, o lo que viene a ser lo mismo, el aprendizaje digital es tan fundamental como el científico o comunicativo. A la competencia digital, degradada siempre como «las TIC», esa cosa de las «nuevas» tecnologías, que se vienen llamando igual (y por eso enfocando también) desde, al menos, los años 90, y siempre se ha considerado por la comunidad educativa, salvo honrosas excepciones, como algo colateral, de los de informática, de los frikis, sin terminar de entender (o entendiéndolo demasiado bien) que todo eso de lo digital o de lo TIC, ha venido para cambiar radicalmente las formas de aprender y, por tanto, las formas de enseñar. Porque desde luego, quien niegue, después de todo esto, la importancia de la competencia digital es que no se ha enterado de nada. Esta laguna profunda ha demostrado también la falta de formación en competencia digital de la comunidad, pero sobre todo de docentes y alumnos. Docentes que han hecho un gran esfuerzo en pocos días porque hacía muchos años que o no se formaban o no reconocían la importancia de lo digital en el aprendizaje del alumnado y un alumnado que sólo muy puntualmente trabaja algo de esa competencia y que ahora se ve (si puede, claro) abocados a un mundo desconocido y muchas veces sin el apoyo y la ayuda adecuada.

Y esto nos lleva a otro aspecto fundamental, la brecha metodológica. En esta situación también se ha visto una brecha importante entre los docentes manifestada básicamente en dos planteamientos muy diferentes. Por una parte, docentes que han intentado trasponer el mundo presencial tradicional al aprendizaje online digital, es decir, ejercicios tales y cuales del libro de texto, fichas en PDF, entregas en la misma clase, centradas en los contenidos puros y duros y avanzando materia. Y, por otra, quienes han destacado el aspecto emocional y se han decidido a acompañar, ayudar y animar al alumnado y han enviado sobre todo tareas competenciales y más motivadoras sin demasiados agobios de plazo ni de contenidos. Lógicamente, entre estas dos situaciones hay planteamientos intermedios y que han usado y usan las dos estrategias, pero se ha vuelto a demostrar que existen dos grandes enfoques del currículo y de cómo desarrollarlo, ya sea de manera presencial o no presencial.

Y finalmente, para acabar con el análisis de este problema. la demostración palmaria de la utilidad de los dispositivos móviles. Sí, los móviles, esos instrumentos que antes de la pandemia eran al parecer diabólicos para muchos, se han convertido en la tabla de salvación de las clases no presenciales. Poco antes de esta distopía, la polémica estaba servida, y parecía que la tendencia dominante en la comunidad educativa era prohibirlos. Entendiendo las posturas de quienes defendían esto (espero que ya no lo hagan), pero creo que el problema es entender cómo funcionan nuestros alumnos para comprender la necesidad del uso de los móviles (con normas y protocolos claros y para el aprendizaje, porque no se trata de usar el móvil, se trata de usar el móvil para aprender y la diferencia es abismal). Y es que nuestros alumnos están pegados a su móvil, no tienen ordenadores (no le hacen falta) y prefieren hacer las cosas con una herramienta que dominan. Muchas veces ven tutoriales de cualquier aplicación y te dicen, «bueno, maestro, pero esto es con ordenador y yo uso el móvil y no sale lo mismo». Además el móvil, a pesar de que sigue siendo inalcanzable para muchos alumnos y familias, sigue siendo el dispositivo más democrático y extendido y, por tanto, el más usado y el más útil para el aprendizaje digital.

3. PROBLEMA SOCIAL 

Finalmente, esta situación ha dejado al descubierto las tremendas desigualdades socioeconómicas con las que convivimos. La llamada brecha digital o más bien socio-digital es sólo la manifestación concreta en este momento de una sociedad muy injusta que mantiene y aumenta una gran desigualdad  social. Es sólo el síntoma de una enfermedad: la injusticia social. En este caso, lo que ha quedado al desnudo son las políticas que han fomentado esa injusticia y desigualdad social porque gracias a esta pandemia y a los problemas por llegar a todo nuestro alumnado creo que ha quedado demostrada la importancia de la Escuela como institución formativa y compensatoria (desde mi punto de vista mucho más la escuela pública que la concertada y no digamos ya de la privada, aunque pueda haber grandísimos docentes y centros que también estén haciendo un gran esfuerzo solidario). También ha quedado al descubierto el aspecto emocional de la Escuela, la importancia del contacto, de la complicidad, del apoyo al trabajo en el aula y en este aspecto, han quedado también al desnudo las dificultades para poder atender al alumnado con necesidades educativas diferentes fuera de la Escuela, porque es en ella dónde tienen una verdadera oportunidad de inclusión.

La pandemia ha desnudado las vergüenzas del sistema educativo, hay un situación política que dificulta, o más bien impiden, un pacto educativo ni siquiera circunstancias extraordinarias, hay un problema de enfoque del aprendizaje que ha abandonado la competencia digital a un segundo o tercer plano y una sociedad cada vez más desigual que necesita la capacidad compensatoria e inclusiva de la institución escolar. Pero no todo son malas noticias. Hay esperanza después del desastre, porque este mismo desastre ha mostrado el camino de salida. ¿Qué señales nos alumbran?

Como siempre, la profesionalidad docente. En un momento como este, completamente nuevo, incierto e inesperado, los docentes se han volcado y han hecho y están haciendo un esfuerzo enorme, fantástico, casi heroico en algunos casos. Y aquí quiero rendir homenaje a todos, porque aunque no esté muy de acuerdo con lo que hacen algunos o como enfocan el aprendizaje, no dejo de reconocer que desde su planteamiento, lo dan todo por su alumnado. Todas y todos me habéis emocionado estos días con vuestras propuestas, vuestras dudas, vuestros momentos de desesperación. Sois lo mejor del sistema. Tenemos que aprovecharlo.

También, el papel de la Escuela. Se ha demostrado de manera clara y precisa que la Escuela tiene un papel fundamental para intentar corregir desigualdades y para un poder desarrollar un aprendizaje emocional e inclusivo.

No podemos olvidarnos de la existencia de una red docente, lo que se ha venido a llamar el claustro virtual que ha sido el soporte de muchos docentes en estos días de desasosiego y dudas y que ha venido a sustituir de forma rápida y eficaz muchas de las lagunas formativas existentes.

Ni tampoco podemos obviar la importancia y el papel principal que la competencia digital ha demostrado tener estos días. A la vuelta será una tarea pendiente que la formación digital de la comunidad educativa sea mucho más efectiva porque es fundamental para desenvolverse en la sociedad digital en la que estamos. Y dentro de este apartado, no podemos dejar de lado el papel estelar de los móviles, que han demostrado ser la herramienta más adecuada (y en algunos casos casi única) y extendida para este aprendizaje digital.

Y, finalmente, la importancia de la comunidad educativa, y cómo se han volcado instituciones, asociaciones, empresas digitales y editoriales y voluntarios en conseguir reducir la brecha digital (no puedo dejar de mencionar aquí lo conseguido en Lebrija y otras localidades), ayudar con materiales, recursos o acercando tareas. Pero también, el nivel de comprensión y coordinación entre sectores y hablo aquí fundamentalmente de las familias que también se han visto inmersas de la noche a la mañana en una situación completamente nueva y en muchos casos inabarcable.

En definitiva, para concluir. La educación ha sido desnudada, hemos visto y seguimos viendo sus vergüenzas, pero la misma crisis que la ha desnudado le ha abierto un camino. Hay tela para cortar y hacer vestidos y trajes nuevos, que se confeccionen dándole importancia a las competencias, a la educación emocional, a la inclusión, al acompañamiento, a la competencia digital, a las redes de aprendizaje y a la comunidad educativa. Depende en gran medida de nosotros, aunque los que creen que deciden no se den cuenta. Porque de esta (la pandemia y la desnudez educativa) saldremos juntos.

Salud!!!

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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