obstaculo

La reválida se los carga

Ya he dicho en numerosas ocasiones que la LOMCE no me gusta, por innecesaria, por incoherente y por fomentar el exclusivismo educativo, además de otros aspectos secundarios relacionados con esas tres características que para mi tiene la ley Wert. Y digo todo esto, y lo recuerdo, a propósito de las malhadadas reválidas cuyo decreto se acaba de aprobar. No voy a entrar en un análisis profundo de sus implicaciones y no por falta de ganas, sino porque ya lo han hecho muy bien mis amigos Ramón Besonías en una entrada de su blog Tictirití  y Domingo Chica en su página personal. Sí me gustaría destacar que representan un desprecio por el trabajo docente, que van en contra de la personalización del aprendizaje (que es una de las necesidades más reconocidas para el aprendizaje del siglo XXI), que son completamente contradictorias, como la propia ley,  con la innovación y las metodologías activas del aprendizaje que la propia administración y los desarrollos legislativos posteriores de la ley «parecen» defender y que condenan a un porcentaje elevado de alumnos.

Y de ahí el título de la entrada, que no es mío, sino que es una frase pronunciada en un comentario que mea de hizo ayer una antigua alumna, psicóloga, dedicada a atender y ayudar a alumnado con problemas de aprendizaje. Para ella, por su experiencia, sólo se aprende si hay motivación y utilidad y confiesa que con los exámenes no se aprende. Está preocupada porque no ve al alumnado al que atiende con capacidad para superar una reválida que le de acceso al título de Secundaria (de la ESO, dirían algunos, con un deje claramente despectivo). Exclusión. Desmotivación (a mi ya este año me han dicho algunos alumnos que se quitan antes, que no van a pasar esa teórica reválida). Fracaso.

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Pero, para muchos docentes, las reválidas son positivas. Evalúan de manera convencional, con exámenes. El examen es la única manera de saber si un alumno ha aprendido y, por ello, una reválida es sólo un obstáculo más que selecciona, hace que el alumnado se esfuerce y que vea que las cosas cuestan trabajo. Es su visión de la educación y del aprendizaje porque es la que han conocido como alumnos y la que usan como docentes porque están convencidos de que es la mejor manera de que el alumnado aprenda. Parece que no son suficientes de dos a tres exámenes semanales, como mínimo, durante cuatro cursos, o seis, y hace falta un último examen, un último esfuerzo, un último obstáculo. Al fin y al cabo, según ellos, la vida es eso y deben acostumbrarse. Confunden aprendizaje con carácter, pero es lo que hay. Por eso, además, será muy difícil la movilización. Deberán ser los estudiantes los que den aquí el «do de pecho» en la lucha para evitarlas.

Finalmente, no entro en la polémica sobre si se debían haber aprobado o no en la situación política actual y sólo dejo dos datos: no aprobarlas hubiera supuesto inquietud en la Comunidad Educativa sobre qué pasaría a final de curso y aprobarlas como se ha hecho culmina la toma de decisiones unilaterales y el aislamiento en el ámbito educativo, también, del gobierno del PP.  Espero que no se apliquen. Al menos, con valor académico. Que el pacto, acuerdo o consenso educativo, si se consigue…, las frene y la mande al limbo de proyectos ridículos y de ocurrencias varias.

Porque si no, … se los carga.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández
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