corazones

La vuelta (3): las 3C

El curso de la #EscuelaCOVID va a empezar y lo va a hacer, por desgracia, sin garantías. Por eso, antes de desarrollar las claves de las #3C de esta nueva escuela que se nos viene encima y después de todo lo que he planteado desde hace un tiempo, quiero dejar muy claras dos cosas:

  1. No hay nada como las clases presenciales preCOVID. Lo daría casi todo por volver a esa normalidad, a «pelearme» con el alumnado y a aprender de ell@s, porque nada puede sustituir a la Escuela de la mirada y el contacto, a la Escuela que apuesta por la inclusión y el aprendizaje del alumnado. No hay nada como eso, como planteé en la iniciativa La nueva Escuela tras el COVID. Nada hay como eso, nada lo puede sustituir. Pero resulta que no estamos, como nos imaginábamos, en una Escuela postCOVID sino en una Escuela COVID, en una Escuela que tiene que desarrollar su imprescindible actividad en plena pandemia y, por lo tanto, eso cambia completamente el panorama porque no hay condiciones para intentar siquiera un simulacro de la anterior normalidad y porque la prioridad no es el modelo de escolarización, lo prioritario es salvar vidas. Quiero volver a esa Escuela, pero también quiero que no haya contagios y/o muertes en las comunidades educativas, ni que haya aperturas y cierres (parciales o totales) que terminarán por dislocar completamente un sistema colapsado. 
  2. Defender la opción de enseñanza semipresencial o no presencial no es una apuesta por el cacharreo y la tecnología por encima de todo. Es, simplemente, una opción de supervivencia de la Escuela ante la pandemia. Como sabéis llevo muchos años desarrollando el modelo flipped y usando metodologías activas y digitales. Eso me ayudó mucho durante el confinamiento porque sólo tuve que hacer algunos ajustes ante las nuevas circunstancias, pero, sobre todo, le ayudó a mis alumnos como podemos comprobar en estos dos testimonios de sus reflexiones al final del pasado curso: 

«Para mí esta materia además de enseñarme sus contenidos y temarios correspondientes, me ha enseñado la innovación del estudio, una manera de aprender más amena y didáctica. Aparte de todo esto, se aprende a trabajar en equipo y a entender y respetar las opiniones e ideas del compañero, con las que se puede aprender y/o reflexionar. También, hemos aprendido a ser más independientes con nuestras obligaciones y deberes, teniendo la capacidad de analizar la importancia de estas y no que tenga que estar alguien encima nuestra para que hagamos y entendamos las cosas.
Hoy día, las tecnologías están presentes en nuestra vida, pero es que en un futuro (muy cercano), formarán parte de ella. Por eso debemos aprender a convivir y manejar los dispositivos tecnológicos, y desde mi punto de vista la mejor manera para empezar a comprenderlas de manera correcta es en la educación, ya que nos proporciona recursos inmediatos que nos facilita el estudio y la organización».

«A diferencia de otras asignaturas, geografía me ha parecido más fácil en el sentido de que no me ha costado tanto entender la materia y durante el confinamiento ha sido similar a como hubiera sido en clase por lo tanto estoy muy contenta con la asignatura y lo que he aprendido a lo largo del curso».

Quiero decir, por tanto, que aunque el aprendizaje digital es necesario, con o sin pandemia, en la situación en la que estamos es una ayuda y una solución para intentar evitar el desastre que se nos viene encima si insistimos en la presencialidad de todos y a toda costa.

Y ahora, sí, vamos a plantear cómo creo yo que debería ser la #escuelaCOVID. La Escuela de las 3C: CORAZÓN, COORDINACIÓN Y CONECTIVIDAD.

Corazón para empatizar con la comunidad, con  sus problemas puntuales o generales, para entender dónde y cómo estamos, para comprender qué necesitamos y que es mucho más importante el cuidado emocional que cualquier otra cosa, para debatir qué ha pasado y qué está pasando, para aclarar cuáles son las posiciones que tenemos o creemos tener ante esta pandemia, para apoyar a quienes necesiten ayuda y consejo y para ofrecer salidas y soluciones flexibles y coordinadas a nuestra comunidad educativa. Para eso tendríamos que cambiar muchos enfoques que aparecen como secundarios en esta situación como, por ejemplo, terminar la programación o el libro de texto, para darle mucha más importancia a lo emocional que a lo simplemente académico. Para compensar toda la deshumanización que estamos sufriendo. Corazón para entender, cuidar y apoyar. Corazón como andamiaje de todo lo demás, sea lo que sea ese «lo demás».

Coordinación para hacer posible lo anterior y, sobre todo, ofrecer soluciones adecuadas a la situación en la que estamos y estaremos durante un tiempo (como mínimo un trimestre y como máximo el curso entero). Tenemos que redoblar no sólo la coordinación docente para ponernos de acuerdo en qué es lo importante, si el currículum o las personas, para ponernos de acuerdo en qué es lo fundamental que aprendan en esta situación, para ponernos de acuerdo en cómo es mejor que aprendan y ponernos de acuerdo en el uso de metodologías activas, flexibles y digitales que se adapten a un modelo semipresencial o no presencial, para ponernos de acuerdo y que se entienda que en estas situaciones no se puede reproducir la enseñanza presencial a la que podríamos estar acostumbrados. Pero también es fundamental profundizar en la coordinación con las familias a través del Consejo Escolar y las tutorías para conocer lo mejor posible sus situaciones concretas y ofrecer salidas y soluciones adecuadas y flexibles para no dejar a nadie atrás, para saber qué familias necesitan y no tienen más remedio que desarrollar una enseñanza presencial y a cuáles no les importa, pueden o quieren desarrollar un modelo semipresencial o no presencial y para la gestión de los recursos necesarios. Creo que esto es fundamental y es la base de una flexibilidad educativa que no casa muy bien con las estructuras rígidas de los centros y de las normativas y que pienso que se debería cambiar para propiciar estos acuerdos que no pueden ser iguales en un centro de primaria que en uno de secundaria o que en un centro de difícil desempeño que en uno de una zona sin demasiados problemas socioeconómicos. 

Conectividad para que definitivamente nos demos cuenta de que es fundamental la competencia digital de la comunidad educativa, para reivindicar Internet como un derecho, para, al menos, eliminar la brecha digital, ya que la socioeconómica no se va a poder resolver en el corto y medio plazo (bueno, algunos pensarán que nunca) con la extensión gratuita de la red y la cesión de dispositivos desde los centros de manera coordinada con las familias. Para, además de ayudarnos a salir de este atolladero, poner las bases de un desarrollo adecuado de la competencia digital en todas sus dimensiones (alfabetización, comunicación, solución de problemas, creación y seguridad). La conectividad como un apoyo y una herramienta no como un objetivo, la conectividad como un derecho que iguale y democratice las oportunidades y no para reproducir o aumentar, como hasta ahora, las diferencias de siempre.

En definitiva, corazón para entender, coordinación para actuar y conectividad para ayudar en la #escuelaCOVID. Cuando llegué, ya veremos cómo será la postCOVID, pero seguro que será muy distinta. Más centrada en la emoción y la inclusión, con más coordinación de la comunidad educativa y más competente digitalmente. Esperaremos, pero mientras, vamos a los seguro (nunca mejor dicho), vamos a salvar vidas porque hay alternativas.

Para ilustrar todo esto, os comparto esta infografía:

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

Dejar una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.