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#8M

Hoy es el día de tod@s. Es el día de la igualdad. Una igualdad que debería parecer obvia, pero que, sin embrago, lamentable y claramente, hay que seguir peleando para que se consiga de verdad y para que no se pierda lo conseguido. Porque la estructura patriarcal es muy fuerte ya que se ha ido forjando durante siglos de superioridad masculina impuesta por roles determinados que se han mantenido en el tiempo y en el imaginario colectivo. En este sentido, creo que es necesario la reivindicación continuada y firme que intente seguir consiguiendo avances que vayan rompiendo la estructura social patriarcal.

Por eso, la lucha feminista no es contra el hombre, sino contra lo que ha supuesto el hombre hasta ahora. Y, lamentablemente, he sido testigo estos días de dos ejemplos muy significativos, posiblemente de los restos de esa estructura decadente. El primero se produce en la caja de un supermercado y es más anecdótico y lo cuento, tal como ocurrió, en forma de diálogo.

– CAJERA: hoy tenemos de oferta el lavavajillas a 1 euro.

– HOMBRE (unos 70 años): ¡Ah!, eso de las mujeres.

El segundo es más lamentable y muy desagradable. Yo pensaba, como hombre, que eso sólo pasaba en las series o las películas, pero no, fui testigo ayer. Estaba almorzando en un conocido bar de estudiantes cerca de la estación de San Bernardo de Sevilla y empecé a escuchar a mi espalda “hola, rubia, te hemos visto sóla y nos hemos sentado contigo”, “que me dejéis tranquila”, “que no, que os vayáis”. Al principio, pensé que era broma, pero la cosa seguía y cuando me volví a ver qué ocurría, otro joven que estaba viéndolo todo mejor se encaró con los dos impresentables que estaban molestando a la chica, que se estaba levantando para irse porque no la dejaban en paz y, al final, tuvieron que irse cuando todo el mundo les afeó su conducta.

O sea, que de igualdad nada. Hombres mayores y jóvenes siguen pensando que hay “cosas” sólo de mujeres o que éstas están a su disposición. Se ha avanzado, sí, pero falta mucho, mucho. Y por eso se sigue y se seguirá celebrando el #8M. Es una cuestión de justicia y de igualdad, transversal, pero también es una cuestión política (no de políticos que se empeñan en meter la pata en todo este tema) porque se trata de cambiar estructuras sociales o de mantenerlas. Y, por eso también es una cuestión que asusta a muchos hombres y a muchos intereses porque se pone en entredicho su superioridad, algo que creían sagrado e intocable. Y entonces disfrazan ese miedo negando la evidencia y dando argumentos que parecen más bien fake news y tópicos que motivos sólidos.

Tu decides. Yo, como hombre y educador, haré todo lo que pueda por cambiar esto, pero junt@s lo haremos antes.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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