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¿A que tu no, maestro?

Durante esta semana me han pasado una serie de cosas que, de momento, me ayudan a tener clara una decisión que debo tomar en un futuro no muy lejano. Y os cuento

Ayer, ocho de la mañana, grupo de 4º de ESO de la opción de ciclos con ocho alumnos provenientes de PMAR y en la sesión de sexmipresencialidad en la que sólo tengo una hora con ellos, un alumno al verme escribir en la pizarra la secuencia que tenían que seguir para hacer las actividades (explicadas también en Classroom, pero como si nada) me comenta: “maestro, no pongas tantos puntos (eran los 4 pasos que tenían que seguir para hacer la tarea) que luego tenemos un examen de inglés“. Yo le comento que no son cuatro tareas, sino una y que les estaba aclarando lo que tenían que hacer para completarla y el me dice “es que me he asustado al ver tantos puntos”, a lo que yo le contesto que ven más de cuatro letras juntas y se asustan y (en el tono de broma habitual con el alumnado en mi caso) que es más flojo “que un muelle (de) guita” a lo cual responde: “es verdad, maestro”. Bien, se ponen a hacer el resumen de un texto para grabar un audio y me dice que lo ha terminado a los veinte minutos. Sorprendido, leo el resumen, veo que le falta lo más importante y le digo que lo mejore y el, ni corto, ni perezoso, me larga: “maestro, ya da igual y para qué te lo voy a poner si tu ya lo sabes”. Ante esta respuesta no tuve más remedio que soltar una carcajada y comentarle que lo que interesante y de lo que se trata es de que él también lo sepa, y me dice a continuación: “maestro, si ya lo has dicho tu, soy muy flojo”.

Hoy, 12:30 en un curso de 3º de ESO con un perfil parecido al curso anterior, también con alumnado de PMAR y con un alumno diagnosticado de TDAH que estaba un poco revuelto. Otro compañero de este, cansado de sus tonterías, me pregunta “maestro, ¿no estás harto de nosotros? Yo le contesté que no, que me lo pasaba muy bien con ellos y empezamos a hablar sobre el tiempo que llevaba en el centro y que había sido director y me preguntaron que cuándo me jubilaba y yo le contesté que, si quería, podía hacerlo al final del curso que viene y una alumna que parecía que estaba a otra cosa nos sorprendió diciendo, casi gritando: ¿a que tu no quieres, maestro? Me dejó un poco descolocado y le pregunté que por qué lo decía y me soltó: “porque se nota que te gustan las clases“. 

Pues sí, eso es. Uno va pensando que esto de la jubilación puede estar cerca y duda (yo, al menos), aunque después de estas dos anécdotas la decisión se inclina más por el no que por el sí. Para seguir una buena costumbre, voy a hacerle caso a mis alumnos, en este caso a mi alumna Miriam.

Seguimos. Salud!!!

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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