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«Ahora sí que puedo flippear la clase».

El lunes y el martes he estado en Vera (Almería) compartiendo un taller de flipped classroom en el colegio Valdeserra y la sensación que he captado en el profesorado del centro es la que se puede leer en el título de la entrada porque después del taller se sienten con capacidad para poder flippear sus clases. Pero, además, con este taller he vuelto a comprobar y he descubierto varias cosas que paso a explicar.

  • No es oro todo lo que reluce. Se trata de un centro privado que recoge alumnado de muchas de las localidades de la zona, tiene unas buenas instalaciones, se trata de un centro moderno y reciente y, según me contaron su docentes, son un centro más bien tradicional que no ha trabajado ABP, que hacen algo de cooperativo, que desarrollan una evaluación más bien convencional, donde están prohibidos los móviles y que tiene una conectividad regular. Sinceramente, creo que esta es la realidad de la gran mayoría de los centros privados aunque nos intenten vender la modernidad de algunos casos más bien aislados como algo generalizado y extendido.
  • Hay ganas de cambio. La administración del centro solicitó el taller ante la necesidad de acercarse a las nuevas metodologías «de moda» (según ellos). Como en la mayoría de los centros que he visitado en formaciones, hacen ciertas cosas interesantes como utilizar rúbricas, que el alumnado explique los temas, representaciones, etc., pero de manera aislada y dentro de un proceso de aprendizaje básicamente convencional, por lo que necesitan saber qué cosas diferentes pueden hacer y cómo hacerlas a través de experiencias de éxito.
  • El profesorado busca, sobre todo, motivar al alumnado. Observa su desgana, su falta de interés en lo que antes sí existía y se pregunta qué puede hacer por cambiar esto. Y el hecho de que muchos de los asistentes pensaran antes de empezar el taller que el flipped sería algo relacionado con una mayor motivación del alumnado es muy, muy sintomático.
  • El flipped classroom entusiasma al profesorado. A pesar de ciertas reticencias como el uso de tecnología o la seguridad digital, cuando el profesorado ve que puede hacer muchas cosas distintas a las que hace habitualmente, que la estrategia está respaldada por la normativa y las teorías del aprendizaje, que ve experiencias ya desarrolladas y de éxito, que puede hacerlo sin mucha complicación tecnológica, que va en la línea de lo que va buscando como alternativa a lo de siempre y lo prueba, se entusiasma y se lanza a probarlo. Y para demostrar esto, basta un ejemplo: hemos visto varias herramientas como Kahoot, formularios de Google, infografías, etc., pero, especialmente les ha llamado la atención Edpuzzle, y en el taller, por falta de tiempo, les dije cómo se hacía y que probaran tranquilamente después; sin embargo, nada, no me hicieron caso y se pusieron a probar, se bajaron su vídeo, le añadieron preguntas y se les veía entusiasmados y viendo las posibilidades que todo lo que estaban aprendiendo les ofrecía. Incluso, uno de los grupos, presentó una de las tareas finales con un vídeo enriquecido con la herramienta.

Como conclusión. Cuando vemos que se puede hacer, cómo se puede hacer, que no es tan complicado como algunos lo pintan y que puede ir en la dirección que se busca de cambiar metodologías y buscar algo diferente, el profesorado se lanza. Se necesita esa decisión y, como ellos dijeron, también, una formación adecuada.

Os dejo un pequeño vídeo de la tarea final y otro vídeo con los posit que pusieron, primero, con la idea que tenían al principio y, después, con la que consiguieron al final. Es esperanzador.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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