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No, pero, sí.

En la entrada anterior ofrecí más pistas de como va calando la clase al revés. Opiniones del alumnado de 2º de bachillerato, opiniones de un docente joven con ganas de innovar y de un futuro docente que está terminando el Máster de Secundaria. Podemos decir que vimos en esa entrada motivos para poner en marcha un nuevo enfoque educativo, o para continuar haciéndolo.

Sin embargo, en esta voy a exponer una opinión contraria de uno de los alumnos de 2º de bachillerato porque, aun siendo minoritaria entre sus compañeros y algo incoherente, es muy sintomática de la neura que hemos ido creando alrededor de 2º de bachillerato y la PAU, o EBAU, o EVAU o como se llame ese despropósito castrante e incoherente.

Por una parte, el alumno (masculino genérico, en este caso) dice que es una nueva forma de aprender mas amena y dinámica a la vez que aprender sobre la evolución de nuestro país desde millones de años atrás hasta la actualidad. Sin embargo, en la siguiente cuestión nos habla de que es una mala opción para alumnos de 2º de bachillerato. Una contradicción que creo que se explica por la sensación, creada por la tradición y transmitida a sangre y fuego de promoción en promoción de estudiantes y generación tras generación de docentes, de que 2º de bachillerato es un mundo paralelo, aislado, casi épico, donde todo debe ser distinto. Pero, es que a continuación nos informa de lo fácil que se aprende haciendo un proyecto o trabajo, pero claro, parece que eso está vedado en 2º de bachillerato por no se qué ley no escrita que impide aprender en ese curso.

Como propuesta de mejora indica que habría que dejar de usar esta metodología en 2º de bachillerato y dejarla para cursos inferiores, donde lo más importante desde mi punto de vista es que aprendan divirtiéndose. O sea, que vuelve el curso fantasma, el curso donde se deja de aprender para hacer no se sabe bien qué para pasar unas pruebas incoherentes que pueden decidir tu futuro. Pero, también vuelve esa idea de que, por eso, 2º de bachillerato es el único curso “serio” y lo demás son pamplinas varias para entretener al personal. ¿Y esto, quién se lo ha inculcado al alumnado?

Finalmente, el alumno da con el quid de la cuestión, pues considera que esta metodología no debería estar dirigida a alumnos de 2º de bachillerato debido a que la mayoría no son lo suficientemente maduros para llevar a cabo este método, el cual necesita mucha sensatez para realizarse. Además, esto perjudica a la selectividad ya que debido a este desinterés el nivel es muy bajo por no decir nulo. Es decir, el método es bueno, lo que ocurre es que el alumnado no está preparado para asumirlo por su falta de madurez y que, claro, como no ha habido un aprendizaje tradicional, es como si no hubiera habido ningún otro.

En conclusión, que a muchos alumnos, bueno, en mi caso 1 de 23, les pesa la losa de la prueba de acceso, una losa pesada que cae sobre el sistema educativo condicionando casi todo el aprendizaje del alumnado. Una losa mantenida bajo la apariencia de una exigencia y una excelencia mal entendida, desde mi punto de vista, y que hace que surga una neura colectiva y algo obsesiva que marca ese curso como un paréntesis que impide el aprendizaje para centrarse en la superación de la prueba. Y no hay más. Una losa, y una neura, también levantadas y mantenidas por docentes que piensan que todo esto es así y no hay posibilidad de cambiarlo. Ni pensarlo, vamos. Y, por eso llegan las incoherencias, las inseguridades y los miedos: es un buen sistema, pero no para 2º de bachillerato, se aprende de otra forma y fácil, pero no habrá nivel para selectividad, co o somos inmaduros necesitamos mano dura, etc, etc.

Negando el modelo, pero reconociendo sus virtudes. La tradición que se resiste.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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