Este fin de semana se han celebrado en Granada las XII Jornadas del Consejo Escolar de Andalucía donde he tenido la suerte de estar presente para aprender de todas las mesas y desvirtualizar y reencontrar a grandes docentes y miembros de la comunidad educativa andaluza.
Han sido unas jornadas muy interesantes, tanto por lo que se ha dicho como, sobre todo, por lo que, desde mi punto de vista, se desprende de lo debatido en las diferentes mesas redondas y en la conferencia inaugural de Fernando Savater. Pero vamos con el desarrollo de la jornada para luego entrar en el análisis de mis conclusiones.
En la conferencia inaugural de Savater creo que destacó más el debate que la propia conferencia. Basó su argumentación en la importancia de la educación para conseguir una sociedad de ciudadanos formados y responsables pero que como, en general, la educación importa poco corremos el riesgo como sociedad de ser educados por quienes no están preparados para ello o que no tienen como objetivo fundamental esa tarea.
En la Mesa 1, educar para la diversidad, se dejó claro que el sistema educativo es inclusivo en teoría, pero que falta muchísimo para que esa inclusión sea algo asumido y real. Faltan recursos humanos y falta formación, pero, sobre todo, lo que hace falta es claridad de ideas y decisión, de las administraciones, de los equipos directivos, de los docentes y las familias. Estamos muy lejos y, que Pablo Pineda y Rocío León sigan siendo casos extraordinarios por su esfuerzo, su empeño (y el de sus familias y los docentes que le ayudaron), es una demostración más de ese horizonte muy lejano al que nos enfrentamos.
Sin duda, la Mesa 2, la educación nos hace libres, fue la más emocionante e inspiradora. Irene Villa nos volvió a dar una lección de resiliencia, de cómo debemos pasar de las ideas y emociones que paralizan como el miedo, los prejuicios o el odio a las que movilizan como la aceptación, el amor o la ayuda que han provocado que su historia sea toda una referencia d superación personal y un ejemplo para todos. Por otra parte, Ousman Umar nos enseñó su periplo y sus penalidades para llegar de Ghana a España durante cinco años que es toda una lección de vida, una experiencia extraordinaria y un ejemplo muy claro para deshacer falsas ideas interesadas y falaces sobre la inmigración. Los dos coincidieron en algo, la importancia de la educación es la base de todo y de que con formación es mucho más fácil vencer dificultades personales o sociales.
La Mesa 3, hacia la desburocratización de la educación, fue más técnica y quedó muy claro que desburocratizar es más mejorar la gestión documental que «quitar papeles», porque la educación es un servicio público que debe ser documentado. Ahora bien, el cómo y el por quién es básico para que de verdad esa mejora pueda incidir en lo que realmente nos preocupa como docentes: que el papeleo no nos impida realizar cada vez mejor nuestra labor docente, que no sea un obstáculo, a veces muy difícil de vencer, como hasta ahora.
Pero, como dije antes, aunque las mesas fueron muy interesantes, para mi lo más destacado fueron los debates del viernes por la tarde, sobre la religión en la escuela, el papel de las distintas modalidades de escolarización, sobre todo con el eterno debate pública-concertada y la inclusión como una utopía casi inalcanzable a pesar de experiencias más o menos exitosas como las que nos contó de sus centros Carmen Pellicer que nos hacen ver, como las experiencias de otros muchos centros, que es posible, pero que también nos dejan bien claro que son islas muy pequeñas y aisladas, aunque inspiradoras, dentro del universo educativo. Este último asunto que he empezado a analizar se trufó con el segundo tema mencionado anteriormente. Entiendo que es un tema fundamental y complejo, donde entran intereses en juego muy variados e importantes, pero creo que, por eso mismo, hay que ser muy claro porque está en juego la educación de nuestros jóvenes. Creo que el debate es falaz, no se trata de educación pública o concertada (porque la privada es otro asunto diferente) sino qué valores queremos transmitir como sociedad (y ahí entra el primer debate sobre religión en la escuela) y qué recursos tenemos para ello. Porque si los recursos son escasos deben ir dirigidos fundamentalmente a la pública que es la única que puede garantizar igualdad de oportunidades y creo que esto no hay nadie que lo pueda poner en duda, aunque si introducimos el factor «libertad de elección» empezamos a introducir el primer elemento, el de los valores y entonces interviene el elemento «desigualdad» porque siempre va a ser más «libre» de elegir quien más tiene y menos «libre» quien menos tiene y, por muy puristas que nos pongamos y nos podamos rasgar las vestiduras, todos sabemos, lo reconozcamos o no, que eso ocurre. Porque el modelo hacia el que vamos, la cuna que se mece, es el de fortalecer la concertada (en donde hay muchos intereses económicos en juego), con el argumento, también falaz, de la demanda de las familias. Y para muestra un botón, «un poné» como dicen por aquí: ¿dónde querrían llevar las familias a sus hijos, a un centro público bien dotado, con medidas de inclusión y de refuerzo, con buenas instalaciones y con excelentes resultados o a un centro concertado cercano con las condiciones contrarias, cuál sería la demanda? Pues eso, se trata de derivar recursos a la concertada, debilitar la pública hasta dejarla raquítica y justificarlo con la demanda familiar y la cortina de humo de la libertad de elección. Y yo me pregunto, ¿por qué no se hace al revés? Intereses. La mano que mece la cuna.
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