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Vamos a por el tercer #eDccss

A por el tercer Encuentro de Docentes de Ciencias Sociales. Lo que empezó de manera casual, y casi familiar, en Lebrija, en octubre de 2014, se consolidó, gracias a sus organizadores, en el segundo encuentro de febrero de 2016 en Córdoba. Y aquí estamos: en Mérida, este fin de semana se desarrollará el tercero. El programa demuestra ser ya el anuncio de un encuentro maduro, completo y que, a la vez, mantiene el espíritu familiar y cercano de sus orígenes y el deseo de crecer y consolidarse como una referencia para todos los docentes de sociales.

La proximidad del evento y la consolidación de esta idea me ha llevado a recordar, por una parte, una pregunta que me hizo un alumno de 1º de ESO hace unos años: ¿maestro, para qué sirve la historia? (algo que seguro no os han preguntado nunca a los docentes de historia). No recuerdo exactamente mi respuesta, pero sí quiero recordar aquí, para contestarle a aquel alumno y para cargarnos de motivos, parte del documento marco que elaboré para el encuentro de Córdoba y que viene en parte a querer resolver esa duda metódica del alumnado.

Creo que la necesidad y la utilidad del conocimiento de la Historia debe justificarse con las tres “C”.

  • La Historia sirve para COMPRENDER LA REALIDAD EN LA QUE VIVIMOS. Para saber por qué nos pasan una serie de cosas, o por qué le pasa al alumnado o a sus familias o a sus amigos.
  • La Historia sirve para entender la CAUSALIDAD. Lo que nos ocurre o lo que ocurrió en cualquier momento histórico tiene unas causas que lo explican y esos hechos provocan unas consecuencias que pueden afectarles.
  • La Historia sirve para CONTEXTUALIZAR los hechos y fenómenos históricos. Para entender, teniendo en cuenta el contexto, lo que ocurre y, sobre todo, lo que ocurrió.

En definitiva, la Historia es estudiar, analizar y valorar el pasado, lo que le ocurrió a quienes vivieron en un determinado momento y, por tanto, debe servir para que el alumnado se sitúe en su mundo, en su realidad, en su contexto y entender que es protagonista de su propia historia y que puede cambiarla.

Y, entonces, ¿cómo enseñamos historia?, ¿cómo planteamos didácticamente nuestra actividad de aula como docentes de Historia?

Pues para eso están las tres “A”.

  • ACTIVIDAD. En pleno siglo XXI, en la sociedad digital, el aprendizaje de la Historia, como el de todas las disciplinas educativas, debe ser activo. Plantear proyectos de trabajo donde el alumnado sea protagonista, investigue, debata, teatralice, cree y explique y no se limite sólo a escuchar y leer.
  • APLICACIÓN. El alumnado también tiene que aplicar lo que aprenda a su realidad y su contexto. Por ejemplo, entender que la explotación esclavista o feudal no es muy distinta de la explotación actual o que las causas de los conflictos bélicos son siempre los mismos aunque varíen los actores. Que las situaciones actuales que les pueden afectar y a sus familias o a sus amigos tienen una explicación histórica y que pueden actuar para intentar cambiar y modificar la historia.
  • ACTUALIDAD. Aprovechar la actualidad para motivar al alumnado y para acercarlo a la Historia vivida, a que entienda que la Historia es algo real, que pasaba y pasa día a día y no sólo cosas aburridas que lee en los libros.

Porque la Historia, en definitiva, no es algo que está en los libros sino en la vida, en su vida.

El enfoque didáctico orientado hacia las metodologías activas produce irremediablemente un aprendizaje competencial. El aprendizaje de la Historia ya no debe limitarse a un modelo memorístico, mecánico y pasivo que sólo requiere una cierta competencia de comprensión escrita, la típica y socorrida competencia social y cívica o la escurridiza competencia cultural y artística, sino que debe provocar el desarrollo de otras competencias:

  • de la competencia expresiva, al plantearse actividades como debates, explicaciones del alumnado y difusión de ideas a través de la red.
  • de la competencia digital, al utilizar las herramientas y aplicaciones TIC o la red de manera autónoma para investigar, difundir y participar y ser conscientes así de las ventajas y riesgos del mundo digital.
  • de la competencia de aprender a aprender debido a que el enfoque activo provocará la mayor autonomía del alumnado y les facilitará herramientas para el aprendizaje permanente
  • de la competencia del sentido de iniciativa y espíritu emprendedor tanto por el mayor protagonismo en su proceso de aprendizaje como por el desarrollo de proyectos de trabajo en general o de proyectos de aprendizaje-servicio en particular.

Bien, a pesar de los ridículos y poderosos nubarrones que plantean las orientaciones de las pruebas de acceso a la universidad (aquí tenéis un enlace a un manifiesto contra la EBAU de Historia que podéis apoyar si queréis), al menos en Andalucía, creo que estamos cargados de argumentos.

Ahora, al aula. Pero, antes, a Mérida. A disfrutar de la compañía, a aprender con y entre todos. A hacer historia.

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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