Viendo las caras de mis alumnos de 2º de bachillerato de este año a estas alturas del curso, y recordando las de otros alumnos en años anteriores, me pregunto: ¿merece la pena castrar el aprendizaje del alumnado, evitar que puedan disfrutar de lo que puedan aprender, para pasar unas pruebas completamente desfasadas e incoherentes?
Y no sólo ese fatídico curso de 2º de bachillerato, sino casi desde primaria: que si tienes que ir al instituto, que si vas a ir a bachillerato, que si el año que viene tienes la prueba de acceso, que si…, que si….
¿Y mientras, qué? ¿Qué concepto van teniendo de la Escuela, de sus docentes? ¿Qué aprenden? Quizás, que tienen que hacer lo que sea por aprobar, aunque no aprendan, que sólo vale el examen y que las clases no sirven de casi nada (y queremos que atiendan). Y mientras más tiempo están en el sistema, más lo piensan y más convencidos están de ello, porque en la culminación de todo está la PRUEBA.
Y me cuestiono algunas cosas. Por ejemplo, si no nos estaremos cargando la institución, la Escuela, queriendo defender su “pureza” tradicional en un mundo y con un aprendizaje completamente diferentes. O si seguimos haciendo esto porque es lo que se ha hecho desde siempre (aunque ya “lo de siempre” no sirva para muchos campos, pero parece que sí en educación) aunque condicione el aprendizaje y la vida escolar de la gran mayoría de los aprendices, el desarrollo de la vida en el aula de los centros y el desempeño y las expectativas docentes de muchos profesionales.
¿De verdad merece la pena esto? Alguién se ha parado a pensar que entrenamos tanto al alumnado para alcanzar ese santo grial que muchos se quedan en el camino. Selección natural, dirán algunos, en un claro ejemplo de darwinismo educativo y social. Yo la definiría como castración educativa, intelectual y cultural
Pero como no hay alternativa fácil, ni barata, sigamos castrando, que algo, o alguno, queda.
¿Y si pudiéramos hacer las cosas de otra forma?
¿Alguién lo ha pensado?
¿De verdad no hay alternativas?
¿O es que no interesan porque supondrían cambiar muchas cosas?
Encarni
¿Y si pudiéramos hacer las cosas de otra forma? Yo creo que se puede, pero no interesa.
¿Alguien lo ha pensado? Lo pienso todos los días de mi vida desde que soy madre.
¿De verdad no hay alternativas? Las hay, pero no interesan.
¿O es que no interesan porque supondrían cambiar muchas cosas? Aquí está la clave.
Al hilo de tu artículo, he recordado la carta de una madre, que hace un par de años me llegó por las redes, de una madre a su hija ante su nota de selectividad. Se titulaba así: «Enhorabuena, hija, por tu nota en selectividad. Perdón por tu infancia perdida».