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Se acabó la Historia

Se acabó. Al menos eso se desprende de las orientaciones para la prueba de acceso a la universidad que acaba de sacar la Universidad de Sevilla. La nueva EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad). Sí, ahora, a mediados de febrero, a cuatro meses del desarrollo de esas pruebas. Todo un ejercicio de coherencia y responsabilidad.

Pero, esto, por desgracia, no es lo peor, sino que hay cambios significativos en la prueba de Historia de España. Sí, ahora, a falta de cuatro meses. Porque el alumnado tendrá que prepararse todo el temario desde la prehistoria a nuestros días, cuando antes era, en Andalucía al menos, de la historia contemporánea y, al haber dos opciones, normalmente optaba por prepararse una de ellas, el siglo XIX o el XX.  Y, sí, aun queda algo peor, porque es una prueba meramente memorística, mucho más que antes: se pide el desarrollo de un tema y hay preguntas concretas sobre diferentes momentos históricos tan fundamentales como ¿Qué monarquía reinaba en la Península en el 711?¿A qué reinado corresponde el Motín de Esquilache? o ¿En qué reinado tuvo lugar la desamortización de Madoz? 

Todo este despropósito es resultado de la LOMCE y su esquizofrenia ya que, por una parte, propone metodologías activas y, por otra, establece pruebas básicamente memorísticas, que pueden echar por tierra todo el esfuerzo que cuesta desarrollar estas metodologías activas ante la incomprensión de otros docentes y de algunas familias y alumnos. Es resultado de esa nefasta improvisación instalada como un cáncer en nuestro sistema educativo. Es el resultado de entender la historia como una acumulación de hechos y no como una ciencia social que desarrolla una serie de capacidades, habilidades y competencias que van mucho más allá de la simple memorización. Reflexión, capacidad crítica y de debate, autonomía de pensamiento, capacidad de participación. Todo un poco a la porra. Creo.

¿Se acabó la historia? Puede. Es un palo muy grande para quienes quieren y están intentando ofrecer una imagen de la historia menos casposa y más viva y cercana al alumnado. Y un nuevo golpe de gracia a eso que llamaban Humanidades. Pero, queda la esperanza.

La esperanza de que el alumnado desarrolle un aprendizaje autónomo y responsable trabajando proyectos de aprendizaje, de manera cooperativa y colaborativa, dándole la vuelta a su aprendizaje y a su educación, de la mano de docentes que les guíen y les aconsejen, enseñando a otros alumnos, en las redes o en otras aulas de su centro o de otros. Sí, lo sabemos muy bien. Esos alumnos aprenderán, recordarán la historia como una materia que les enseñó a pensar y a ser críticos y solidarios. Y aprobarán, sacarán buenas calificaciones y superarán el obstáculo trasnochado que le han puesto. Porque serán autónomos, responsables y competentes.

Se acabó la historia. Aunque, a grandes males, grandes remedios. ¡¡¡Quién dijo miedo!!!

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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