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Lo que la semipresencialidad esconde

Comentaba en una entrada anterior las primeras impresiones sobre la semipresencialidad que se nos vino encima. En esa especie de carta mencionaba ventajas e inconvenientes innegables y algunos consejos extraídos de la experiencia de aula durante estos meses.

Hoy quiero volver al tema para comentar lo que la semipresencialidad esconde bajo el manto de la improvisación, de la incapacidad en la gestión de las administraciones educativas y de la falta de medios de los centros. 

Esconde uno de los mayores fracasos de nuestra sociedad, el del estado del bienestar que no ha sido capaz de hacer frente a una situación tan grave como la que estamos sufriendo, debilitado por tantos años de recortes con una gran carencia de perspectiva social y humana. La conciliación familiar ha hecho aguas por todas partes, mucho más que en la anterior normalidad, y los centros educativos se han visto obligados a intentar cubrir ese agujero negro.

Esconde el fracaso de los gestores educativos para garantizar condiciones suficientes y adecuadas en los centros frente a la pandemia. 

Esconde la improvisación, la ocurrencia, ante la incapacidad anterior y el típico «que empiecen, a ver cómo sale y nos quitamos de en medio el muerto»(con perdón) o «a ver cómo se las apañan y (como siempre) nos sacan las castañas del fuego»

Esconde la falta de medios y recursos (ordenadores, pantallas, formación,…) de los centros que no pueden atender (ni les han ayudado para que puedan hacerlo) en unas condiciones adecuadas a todo su alumnado.

Esconde la falta de autonomía del alumnado que, por una parte se ve desbordado por una situación nueva que no es la de clases normales y presenciales, ni la de clases no presenciales, sino que van unos días y otros no o van sólo la mitad de cada jornada y que reciben tareas variopintas en información, plazos o ejecución y, por otra, se sienten un poco abandonados a su suerte porque muchos están acostumbrados a que se lo den todo muy masticadito y no hacen el esfuerzo de leer las indicaciones porque con un simple «no lo entiendo» ya tienen la excusa perfecta.

Esconde, en relación con lo anterior, una Escuela, un sistema educativo y unas familias que no han sido capaces de ir creando en la mayoría del alumnado ese hábito de autonomía personal tan necesario, no sólo en estos momentos, sino para toda la vida.

Esconde la falta de cultura digital en nuestra sociedad, lo que lleva a seguir creyendo que lo que está ocurriendo sigue siendo algo provisional hasta que volvamos a lo analógico y normal y esa cultura se debe extender a las familias venciendo no sólo la brecha económica y digital, sino, sobre todo, la brecha cultural-digital. Esa que no sólo supone no tener medios (dispositivos y conexión, que puede que se tengan) sino, fundamentalmente, no tener formación suficiente y no entender la importancia y la necesidad de desarrollar la competencia digital y su necesidad para el presente y el futuro.

Esconde la falta de respeto al trabajo docente. No sólo tuvimos que experimentar (y sufrir) el trauma tremendo del confinamiento con todo lo que supuso de esfuerzo, de cambio de la noche al día y de ver cómo el curso se iba al garete por las condiciones que se dieron, sino que nos hemos tenido que readaptar a un sistema semipresencial que exige de nosotros un sobreesfuerzo tremendo de organización y que en un principio parecía enfocarse hacia la necesaria flexibilidad para tener en cuenta las circunstancias en las que se estaba comenzando y que ahora, de pronto, se torna burocrática y rígida y teniendo que cumplir unas condiciones draconianas en una situación de saturación docente. No se puede pedir que estemos en misa y repicando, que estemos pendientes y preocupados de que nuestro alumnado se adapte a un sistema de trabajo complejo para ellos y, a la vez, se nos exija más burocracia (distinguir tipos de tareas, tipos de técnicas de evaluación, et., etc.) que, en definitiva, viene a dudar de nuestra actuación, porque independientemente de cómo entienda uno todo esta situación, o se confía en el profesorado (en el que se ha delegado todo el esfuerzo de enfrentarse a todo esto) o no se confía. No caben medias tintas, ya no, con lo que está cayendo, no.

Haremos como siempre nuestro trabajo. Lo mejor que sepamos. Lo mejor que podamos. Los docentes somos así, por lo que sea, oye.

Salud!!!!

Y os dejo una infografía que ilustra todo esto:

AUTOR

Manuel Jesús Fernández

Todos los relatos por: Manuel Jesús Fernández

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