Cuando empecé este verano la serie de entradas dedicadas a la LOMLOE y el área de sociales, dije claramente que la nueva normativa me venía como anillo al dedo porque plantea dos principios básicos que para mi son fundamentales para el desarrollo del aprendizaje del alumnado: relación curricular y creación de escenarios (situaciones) de aprendizajes contextualizadas. También dije que me parecía un error complicar con nueva nomenclatura lo que ya de por sí es complejo para muchas docentes y lo estamos viendo en este confuso y farragoso principio de curso. Pero vamos al motivo de esta nueva entrada de la serie.

Según la LOMLOE, las situaciones de aprendizaje deben plantear un reto o problema de cierta complejidad en función de la edad  y el desarrollo del alumnado, cuya resolución creativa implique la movilización de manera integrada de los saberes básicos (conocimientos, destrezas y actitudes), a partir de la realización de distintas tareas y actividades. Es decir, crear escenarios de aprendizaje cercanos, contextualizados y motivadores que permitan al alumnado demostrar lo que han aprendido y seguir aprendiendo. Pues bien, esto que parece tan sencillo y simple, se está convirtiendo en un problema agobiante y, aparentemente, irresoluble para las docentes. Según mi opinión, toda esta angustia se debe a diferentes factores.

El primero sería la falta hábito de la mayoría de las docentes de crear sus propios escenarios de aprendizaje contextualizados. Quienes venimos trabajando por proyectos y con metodologías y estrategias de aprendizaje activas y cooperativas o colaborativas estamos acostumbradas y esto no supone ninguna novedad. Pero para quien no la hecho nunca, porque fundamentalmente ha seguido los libros de texto, supone un choque importante.

El segundo, relacionado con el anterior, es la falta de hábito docente en la toma decisiones para el diseño de las actividades de sus aulas ya que normalmente esta tarea fundamental se delega en las editoriales y sus libros. Esto mismo me confirmó un antiguo alumno y opositor al comentarme que veía muy bien esa libertad de diseño curricular pero que comprobaba que no era frecuente y costaba mucho trabajo

El tercero sería la confusión entre el concepto y su aplicación. Las situaciones de aprendizaje se han asimilado a temas, unidades didácticas y a proyectos, que es mi caso, pero la experiencia de aula y el diseño de la evaluación me ha hecho ver que serían más bien tareas más o menos complejas dentro de cada proyecto de aprendizaje o unidad didáctica, tal como planteo en la infografía que aparece más abajo y que refleja un ejemplo de diferentes situaciones de aprendizaje dentro de un proyecto más amplio para 3º de ESO.

Y el cuarto es que se está desvirtuando la idea de situaciones contextualizadas y cercanas al alumnado con la creación de una serie de bancos de situaciones de aprendizaje que aparecen por la red. Sin duda, están pensadas para ayudar en este mar de confusión en que estamos metidos, pero ese tipo de situaciones de aprendizaje corre el riesgo de convertirse en algo contrario a lo planteado en la propia ley y a la propia lógica y dinámica que se pretende desarrollar con estas situaciones de aprendizaje

Por ello, considero que se deben plantear modelos de diseño y de evaluación de las mismas para que las docentes tengamos referencias de cómo poder diseñar y aplicar las situaciones de aprendizaje y no modelos cerrados con situaciones ya creadas y listas para usar en el aula. Porque, y ya me ha pasado, el aula te lleva por lugares y planteamientos diferentes dependiendo del contexto y te hace adaptar los diseños a las realidades de aprendizaje que te vas encontrando.

Seguimos intentando desentrañar misterios. Seguimos intentando aportar para aclarar tantas dudas como plantean en los claustros e intentando también hacer más comprensible y asumible la aplicación práctica en el aula de todo este batiburrillo. El aula, siempre el aula.