Ayer hablé con un antiguo amigo que no es docente y comentando cuestiones sobre educación dijo algo que me ha dado píe a reflexionar sobre ello en esta entrada. Me dijo que no entendía nada, que su hija, que está en segundo de ESO, llegó el otro día a casa y comentó que había sacado tres notas en un examen de matemáticas y que cuando le preguntó que cómo era eso, le contestó: los estándares, papá, los estándares.
O lo que viene a ser lo mismo, los estándares son algo que no entienden ni los docentes ni las familias y que el alumnado, en todo caso, asume como algo que les viene dado y que es lo que tienen que cumplir. Sin embargo, la cuestión no es estándares sí o no, ni, como alguien preguntó en Facebook a final del curso pasado, si se evalúa por estándares o «como siempre». La cuestión es el concepto y el enfoque de la evaluación y cómo se refleja esto en el desarrollo del trabajo y del aprendizaje en el aula. Como siempre, la evaluación y el aprendizaje van de la mano y son la clave de todo.
Como buena parte de los docentes sólo entiende que la evaluación se hace con exámenes y como «hay que evaluar los estándares», pues nada, hagamos exámenes de estándares y asunto resuelto. Sin embargo, el problema estriba en que para valorar lo que sabe el alumno no hacen falta exámenes, sino actividades que desarrollen esos estándares y valorar cómo las realiza, porque recordemos, que nunca viene mal, que tenemos que evaluar el grado de adquisición de competencias o cómo aplica el alumno sus conocimientos a cuestiones del mundo real.
O sea, que los estándares sirven para diseñar actividades que puedan valorar el grado de adquisición de las competencias del alumnado (puesto que concretan criterios de evaluación que están asociados a ciertas competencias) y no para hacer exámenes.
Pero, claro, como normalmente no se diseñan actividades relacionadas con los estándares y se usa básicamente el libro de texto, no podemos establecer esa relación o integración y se recurre al instrumento clásico, adaptándolo y forzándolo para poder valorar los estándares de tal manera que se produce una enorme contradicción: los estándares están para valorar competencias y se usan, fundamentalmente, para valorar la adquisición de contenidos. O sea, seguimos igual, pero cambiando los nombres y, por eso, se tiene esa sensación en buena parte del profesorado de que se hace lo mismo de siempre pero con más «burocracia».
En definitiva, normativamente ha cambiado el enfoque de la evaluación y el aprendizaje, pero los viejos hábitos docentes sólo han intentado adaptar (¿forzar?) la norma a sus métodos y no al revés. Y ahí está el problema.
Manuel Jesús Fernández
Es cierto que hay materias que tienen una excesiva carga de estándares y que se hace más difícil. Es cierto que tenemos muchos alumnos. Es cierto que la administración y la sociedad no ayudan. Pero si tenemos claro que eso es lo que debemos hacer, no por cumplir la ley, sino porque entendemos que nuestro alumnado aprende así mejor, podemos hacerlo. Yo tengo 156 alumnos y lo hago, porque estoy convencido.