Hoy hemos tenido algún debate en clase. Han tenido lugar en un grupo de 1º de ESO y en otro de 4º de ESO y ha tratado sobre un tema nada baladí: la evaluación.
Como creo que todos sabéis, salvo en 2º de bachillerato, no utilizo exámenes para evaluar. Al menos exámenes al uso. Mi valoración se basa en la realización adecuada de las actividades diarias, la observación directa, las rúbricas de las explicaciones que hacen los alumnos en el aula, la realización de los vídeos y cuestionarios previos a cada tema, en las preguntas rutinarias realizadas en el aula sobre lo que se está trabajando, en retos donde tienen que aplicar lo que saben y en la valoración de todo lo trabajado en cada proyecto mediante una rúbrica general. Además, les hago ver que no hay exámenes, pero que hacemos “exámenes” todos los días, con todas las actividades, explicaciones, tareas, retos, productos, etc., que hacemos en el aula.
En 4º de ESO, están trabajando, como ya he contado, la estrategia del 2×1 y haciendo actividades sobre algunos textos y características económicas y sociales de la revolución industrial. Están acostumbrados a escuchar explicaciones, hacer alguna actividad en clase, a hacer deberes en casa, que reconocen que muchas veces no entienden, y a examinarse de uno o varios temas. Y cuando se les exige «trabajar» en clase, leer, pensar o explicar, en definitiva, ser activos, no saben cómo se valora eso y creen que es sólo un entretenimiento entre examen y examen, que es lo que de verdad vale. Y cuando los descolocas y dices que no hacen exámenes pero que su trabajo y su aprendizaje en el aula (todo lo anterior) es su «examen» diario y continuo, confiesan que se pierden y que no saben cómo enfocarlo. Hoy me han reconocido que ya entienden la propuesta del flipped, la de tener una idea básica del tema (ayer hicimos un kahoot sobre el vídeo de la previa del tema de la revolución y se sabían las respuestas el 90% de la clase, justo, como también reconocieron, los que habían hecho dicha previa) y después trabajarlo en clase para saber más y preparar los materiales para el proyecto final del trimestre y me han reconocido que se sienten menos presionados y que aprenden más en clase.
Después, en 1º de ESO, surgió un debate parecido relacionado con que si la actividad que les entregué, con aspecto de fatídico examen tradicional, era o no un examen y que derivó en algo lógico cuando se tratan esos temas y que ya me plantean las familias cuando les explico cómo trabajamos la materia: ¿y por qué sólo lo haces tu? Les intenté explicar algunos motivos relacionados con las metodologías activas, las competencias, etc., pero uno me cortó y me dijo: «maestro, no lo expliques más, si nos gusta y así aprendemos más».
Pues eso.
Paqui Galindo
Hola, Manuel. Me llamo Paqui. Acabo de encontrar este blog buscando información sobre los estándares. He leído varios artículos que me han llamado la atención, porque estoy preparando oposiciones de secundaria y mi punto de vista coincide con el tuyo. Yo también creo que los tradicionales exámenes no son necesarios, pues podemos evaluar durante todo el proceso con actividades. Quería hacerte una pregunta, si tienes a bien contestarme: ¿ Podemos considerar actividades como debates o exposiciones orales como instrumentos de evaluación en sí mismos a los que les asociamos unos estándares o debemos utilizar rúbricas que incluyan dichos estándares como los aspectos que vamos a evaluar? Te agradecería muchísimo tu respuesta. Un saludo.